Tardes de toros


Los domingos por la tarde mi abuelita Gelo, acostumbraba a ver la corrida de toros por la televisión en aquellos tiempos todavía era en blanco y negro, tanto Arturo como yo si bien no poníamos atención a la corrida de toros, ni le entendíamos a ciencia cierta, lo único verdadero es que el "aja, toro", lo teníamos bien dominado. 

Así que algunas tardes que jugábamos en el patio de la casa, (porque yo fui afortunada de tener un patio en casa para poder jugar), éste contaba con espacio suficiente para poder correr, recuerdo también los árboles frutales con que había (la granada, el aguacate y el durazno que serán parte de otra entrada).

Pero retomando a nuestros toros, yo fui mayor que mi hermano por tres años y por lo tanto indudablemente decidía los juegos, así que no pocas veces jugamos "al toro", éste consistía en que yo agarraba un trapo de la cocina el más grande que encontraba y seguramente el más sucio y era la excelsa torera, por supuesto a mi hermano le tocaba ser el humilde toro, y así salíamos al patio corriendo y gritando -toro, aja toro- y Arturo venía corriendo con las manos en la cabeza simulando los cuernos del toro, -aja toro- gritaba yo nuevamente y levantaba el trapo para torear a mi imaginaria bestia, dándome vuelta completa sobre los talones, haciendo una grandísima faena, y con la imaginación desbordada escuchaba hasta el "óle" de nuestro imaginario público, o al menos eso pensaba por lo que llegaba a ver en la televisión.

Estoy segura de que podíamos pasar largo tiempo jugando así, los niños tienden a ser repetitivos en sus juegos, o al menos nosotros sí lo fuimos. 

En alguna ocasión recuerdo que estábamos jugando "al toro" y tuve la pequeña idea de acercarme a la pared para que mi hermano al venir corriendo se estrellara con ella al yo levantar mi precioso capote.

Pues nada más en pensar tan mágica idea, me dispuse a aplicarla de inmediato, y ahí venía Arturo corre y corre, y yo también me movía de un lado para otro, urgíendole con el acostumbrado grito de "aja toro", él incluso creo que corría más rápido que de costumbre... así que poco a poco fui acomodándome entre grito y grito justo delante de la pared, cuando nuevamente le grito "aja toro", levanto el capote y por supuesto se estrella directo y de frente a la pared como estaba fríamente calculado por mi, no bien acababa de ocurrir y empezaba yo a reírme a carcajadas, cuando voltea llorando y con la cara llena de sangre, jamás pensé en que se lastimaría la nariz por mi culpa, yo sólo quise divertirme un poco a sus costillas, moraleja, a veces los niños juegan sin pensar en las consecuencias de sus actos.

Sin duda alguna esta pequeña travesura me ha de haber ocasionado que mi abue Gelo me hubiera dado una una gran correteada alrededor del muro que había en el centro de la casa y en el que acostumbrábamos correr para no ser alcanzados y evitar un castigo seguro, sin embargo me ha de haber dado unos buenos gritos y unas merecidas nalgadas por andar haciendo diabluras...

No creo que haya sido la última vez que jugamos al "torito", pero si estoy segura que para las siguientes veces he de haber tenido más cuidado para no lastimarlo...

Ahh que tiempos, que no volverán, pero que lindo y reconfortante es recordar. 


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