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Mostrando entradas de 2014

El destino nos alcanzó

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No hace muchos días tuve oportunidad de ver cómo funciona físicamente un teléfono celular de nueva generación.  Si bien desde hace muchos años tengo el mio y sirve para la cuestión principal el comunicarme con la familia y mis hijos en cualquier momento (siempre y cuando) tenga recepción de señal; el ver uno de esos nuevos "aparatitos" me hizo recordar aquellas viejas caricaturas de "Los Supersónicos", donde una familia del futuro vive con los adelantos tecnológicos de los que hoy somos mayormente partícipes. No se hasta dónde lleguemos como género humano, si llegaremos a destruirnos o seguiremos evolucionando, sin embargo, ayer tuve oportunidad de hacerme de uno de esos teléfonos, situación que me tiene por demás fascinada. Comunicarme vía imagen y voz con las personas que amo es algo maravilloso. Bienvenido futuro y ya siento que el destino me alcanzó...

Año 2000

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Una tarde de dorados rayos luminosos, en la que me encontraba, como habitualmente lo hacía, en uno de los grandes talleres en los que trabajo; porque ahí trabajamos y aunque diferente a lo que comúnmente se conoce, tenemos act ividades encaminadas a la ayuda de las almas que serán enviadas a la tierra. Algunos pulen los sentimientos como el amor, afecto, ternura, piedad, lástima, conmiseración, otros templan el alma para soportar el dolor, la tristeza, la angustia y todas aquellas sensaciones que a lo largo de la vida nos acompañan en tiempos difíciles, otros más, como yo, cosemos, hilvanamos y pegamos, ilusiones, anhelos, esperanzas y sueños, y por último, otros se dedican a cuidar perpetuamente de esas almas y les llaman ángeles.  Pero hacía tiempo tenía una inquietud, por lo que presurosa me dirigí para hacer una importante petición, al llegar empecé con melodiosa voz la siguiente súplica: -Señor, hace tiempo que me llamaste a tu lado, y algunas veces añoro ver a mis hijos,

Tardes de toros

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Los domingos por la tarde mi abuelita Gelo, acostumbraba a ver la corrida de toros por la televisión en aquellos tiempos todavía era en blanco y negro, tanto Arturo como yo si bien no poníamos atención a la corrida de toros, ni le entendíamos a ciencia cierta, lo único verdadero es que el "aja, toro" , lo teníamos bien dominado.  Así que algunas tardes que jugábamos en el patio de la casa, (porque yo fui afortunada de tener un patio en casa para poder jugar), é ste contaba con espacio suficiente para poder correr, recuerdo también los árboles frutales con que había (la granada, el aguacate y el durazno que serán parte de otra entrada). Pero retomando a nuestros toros, yo fui mayor que mi hermano por tres años y por lo tanto indudablemente decidía los juegos, así que no pocas veces jugamos "al toro" , éste consistía en que yo agarraba un trapo de la cocina el más grande que encontraba y seguramente el más sucio y era la excelsa torera, por supuesto a mi

Hoy, mañana y siempre

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Centro de la ciudad de México, D.F. No se ni cuándo, ni cómo llegaron, ni tampoco recuerdo como vine a esta vida, sólo se que de siempre han estado ahí junto a mi, a veces cercanos, otra lejanos, no obstante siempre pendientes unos de otros. Así es, Doris mi hermana mayor y Arturo mi hermano menor, siempre a mi lado, juntos los tres, como los mosqueteros, todos para uno y uno para todos. Sin embargo, hace poco más de un mes uno de ellos tuvo que partir en el viaje eterno, aquel de donde nadie regresa, aquel que nadie sabe cómo es... Y aun hoy en día, al cerrar los ojos por la noche, recuerdo nítidamente una a una cada imagen y cada diálogo de ese aciago día; al mirarlo yaciendo con los ojos cerrados apuntando directamente al cielo, el primer pensamiento que vino a mi mente fue el de decirle "manito, has despejado la incógnita de la muerte" , y con ello las mil y un preguntas que nos habíamos planteado en nuestras pláticas. Después se sucedieron los avisos a